Escapada al pueblo más antiguo de Córdoba que sorprende con historia y paisajes

Bloque 2 Turismo

En el corazón del Valle de Calamuchita, en Córdoba, Amboy se presenta como uno de esos destinos que parecen haberse detenido en el tiempo. Ubicado a 130 km de la capital de la provincia y considerado el pueblo más antiguo de la región, conserva intactas sus raíces coloniales, ideales para conocer en una escapada: casas de adobe, calles empedradas, viejas pulperías y almacenes que narran siglos de historia.

Con apenas 400 habitantes, este rincón serrano enamora por su tranquilidad, su entorno natural atravesado por el arroyo Amboy y la cercanía con las imponentes Sierras Grandes.

El origen de Amboy se remonta a los pueblos originarios Comechingones, hasta la llegada de los españoles en 1573. Pero su mayor orgullo es haber sido la cuna de Dalmacio Vélez Sarsfield, autor del Código Civil Argentino. Su casa natal hoy funciona como el Museo Histórico Regional, donde se exhiben piezas arqueológicas, documentos, cartas, objetos de la vida cotidiana y un árbol genealógico completo de su familia. El museo también conserva vestigios de la cultura indígena: morteros, puntas de flecha y cerámicas.

Rincones imperdibles de Amboy
Entre los atractivos principales se encuentra la Iglesia San José, construida en 1650 por los jesuitas y terminada recién en 1900. La tradición cuenta que su constructor, Samuel Sánchez, rezaba un Padre Nuestro por cada ladrillo que colocaba.

Frente a la capilla todavía se mantiene en pie una pequeña casona que funcionó como sede de la UCR, otro vestigio del pasado político del pueblo. Amboy también rinde homenaje al cantante popular Gary, “El ángel que canta”, oriundo de allí, con una escultura a tamaño real que recuerda su trayectoria en la música cuartetera.

El arroyo Amboy, atravesado por un pintoresco puente, es uno de los lugares más elegidos para relajarse, caminar y disfrutar del paisaje serrano. En la zona del balneario hay asadores, mesas y espacios para compartir un almuerzo al aire libre. La experiencia se completa con su gastronomía simple y típica: bares, pulperías y ferias de artesanos que ofrecen dulces caseros y productos regionales.

 

About Post Author